Gabriela Rueda lucha contra el reloj. Pablo Córdoba, al contrario, anda sin afanes, pero sus vidas y tiempos se cruzan inesperadamente para comprobar que los giros del destino son impredecibles.
El día para ella dura más de 24 horas y aunque lucha con la levantada, después de estar en pie cumple con todas sus actividades.
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